BUENA CARA

untitled

El surgimiento de Facebook inauguró una nueva manera de conectarse (que no es lo mismo que comunicarse). Nuestro país exhibe uno de los índices de mayor crecimiento de abonados a esta red social en el último año. Argentina es algo así como la capital latinoamericana del libro de caras. Fotos, videos, comentarios sin sentido, fraseología compulsiva, recolección de contactos, mensajes de ida y vuelta, control y curiosidad por la vida ajena y no tan ajena, automatismo y ocio frente al monitor. Para muchos, una vía de conquista. Otros, lo usan con fines comerciales. Algunos crean identidades falsas para congregar fieles a la iglesia de sus intereses. Y la paranoia encuentra en este espacio un lugar de auge para los temerosos que temen que sus datos sean vulnerados. Vigilar y castigar, del filósofo francés Michel Foucault, hablaba de la figura del panóptico: aquél que todo lo vigila y lo controla. Y al parecer, Facebook corporiza el ojo que todo lo ve. Una especie de dios moderno omnipresente y omnisciente. Si hubiera que diezmar en este templo, sin lugar a dudas, sería la religión más rica del universo.